En 1997 Argentina llegó a su pico histórico de producción y exportación de petróleo. Se exportaron 333.000 bbls/d de un total de 847.000, un número aún lejano para los niveles actuales. En 2023 se produjeron 689.000 bbls/d, lo cual marca el punto más alto de las últimas dos décadas, cuando el país vio caer su producción de hidrocarburos para convertirse en importador neto. El punto de inflexión para esta remontada fue sin dudas el desarrollo de Vaca Muerta, que tuvo su primera perforación en 2010.
Aun estamos lejos de los principales productores de petróleo a nivel mundial, en 2023, EEUU fue el principal productor con 13 millones de bbls/dia, seguido por Arabia Saudita con 10.2 MM de bbls/dia. Completa el podio Rusia con 9 MM bbls/dia. Brasil nuestro principal competidor en Sudamérica produce 3.77 MM de bbls/día, casi 4.5 veces la producción Argentina.
El complejo energético ya es superavitario y diversos analistas pronostican que muy pronto el petróleo argentino será “la nueva soja”, con exportaciones adicionales de hasta USD 14.000 millones para 2030. Para darse una idea, el número duplica el costo de todos los vehículos que se venden en Argentina cada año.
Pero si bien es un commodity, exportar petróleo no es algo sencillo. Por empezar, el petróleo no es todo igual. Por su densidad medida en grados API (American Petroleum Institute), se los clasifica como petróleos livianos o pesados. Que luego tendrán distintos usos en el mix de refinación de combustibles o en la industria petroquímica. Durante décadas, el crudo pesado del Golfo San Jorge llamado “Escalante” ha ganado mercados muy relevantes con compradores estables de ese tipo específico de petróleo. En Argentina también es muy importante porque es necesario para la refinación de gas oil.
El crudo neuquino de Vaca Muerta es diferente. Es menos denso, más liviano, incluso tiene otro color. Se lo conoce como “Medanito”, y exportarlo a compradores estables también supone un desafío comercial y técnico importante.
En 2023, el 75% del petróleo argentino exportado fue Medanito, de Neuquén, una marca clara de una tendencia irreversible. El Escalante de Chubut ocupó el 25% restante, con envíos un 15% por debajo del año anterior.
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