Bolivia fue durante décadas el principal exportador de gas a Brasil y Argentina, con un pico pronunciado entre 2013-2017. Entre 2021 y 2023, las exportaciones cayeron alrededor de un 50%, lo que según los analistas está en el corazón de la crisis política que atraviesa el país. El declino de la producción es tal que se especula que en 2028 ya no pueda satisfacer su demanda interna.
El fin de las importaciones de gas desde Bolivia coincidió con la reversión del Gasoducto Norte, que para el próximo invierno se calcula transportará 29 MMm3/día de fluido desde la cuenca neuquina. Se trata del mismo gasoducto que durante más de 20 años conectó el gas boliviano con la demanda en el Norte y Centro del país, y que ahora permitirá abastecer a esta región con gas argentino.
Pero el alcance de este nuevo esquema no queda allí, sino que representa una oportunidad para exportar gas tanto a la propia Bolivia como a Brasil, que deberá reemplazar buena parte del gas boliviano que recibe hoy (alrededor de 15 MMm3/día).
El principal jugador en esta operatoria es YPFB, la compañía estatal que controla toda la cadena de los hidrocarburos en Bolivia, incluida la infraestructura de transporte. En una presentación de octubre de este año titulada “La importancia de Bolivia para el gas de Vaca Muerta”, YPFB propone una nueva línea de negocio para los productores argentinos: el Gas en Tránsito. Se trata de un esquema ya listo en términos técnicos y regulatorios para conectar el gas argentino con la demanda de Brasil con una capacidad inicial de 4 MMm3/día.
Se abre un nuevo capítulo para el mercado del gas en el Mercosur y Vaca Muerta está lista para ser su protagonista.
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